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¿Qué…
qué has dicho?
Silvia seguía sin salir de su asombro. Estaba en
estado de shock.
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Lo
que has oído, cielo.
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Pero…
no me habías preguntado mi opinión…
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Para
eso quería hablarte, Silvia.
En ese momento, Silvia recordó que tenía que
salir de casa.
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Bueno,
mamá, me tengo que ir, pero esto no va a quedar así, ya hablaremos.
Y salió de su casa corriendo. Tenía diez minutos
para llegar al hotel.
[…]
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Creíamos que no llegarías, Silvia.
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Pero aquí me tienes, Marina.
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¡Estás guapísima!
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Vosotras sí que estáis preciosas.
Marina
se había puesto un jersey de color rojo, unos vaqueros desgastados y unas botas
a juego con el jersey. Se había maquillado de manera que su piel morena y su
cabello (moreno también) resaltaran. Sus ojos azules parecían más grandes. Era
realmente guapa.
Lía
iba con una camisa de color verde, unos vaqueros negros y unas vans verdes. Su
cabello pelirrojo estaba completamente liso, y sus ojos verdes eran mucho más
bonitos que de costumbre. No iba muy maquillada, se había puesto brillo de
labios y pintado un poco los ojos, pero estaba guapísima.
Taylor
estaba irreconocible. Se había rizado su pelo rubio e iba con un vestido azul
oscuro, una chaqueta y unas francesitas blancas. Le había dado a sus ojos
castaños un tono azulado y se había pintado los labios de color rosa. Estaba
preciosa, como las demás.
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Venga, ¿entramos? – Lía estaba impaciente.
Ya
dentro, le dijeron al recepcionista que eran amigas de Chloe y las había
invitado a su habitación. Por suerte, él se lo creyó todo y les dio las llaves.